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martes, 7 de julio de 2009

LA KINA DE ORO

Es un día como cualquiera, frío y con la clásica neblina que embadurna las mañanas limeñas, es un día de esos que no te quieres levantar de cama y dormir media horita más, sin embargo, existe una mujer que cree que este día será el comienzo de algo que se venía anunciando a grandes voces.

Ella esta sentada al filo de su cama, tranquila y emanando calma, esa calma que muchos envidiarían estando en su posición. Pasea por su habitación, esperando ansiosamente que la hora de la verdad y la lucha llegue, la hora de demostrarle al mundo que las mujeres sí podemos, y que ahora más que nunca los peruanos debemos estar unidos.

Hasta que la sábana de estrellas apagó el día y encendió así los gritos y alientos que convertían la fría y lúgubre noche en fiesta y congojo, y que hacían presagiar que algo extraordinario pasaría. El ring y sus cuatro perillas eran el centro de atención para grandes y pequeños, todos atentos mordiéndose las uñas.

El tiempo corría y la gente ansiosa no hacía más que gritar su nombre, a lo lejos se escuchaba una voz unida en una sola palabra, en un bisílabo fácil de pronunciar: KINA! KINA!, cualquier iluso creería que la gente hace alarde a la moneda de cincuenta centavos, sin embargo, este grito va más allá que el dinero y cualquier cuestión económica.

Una mirada al cielo hacía presagiar una noche sagrada, un palpitar apresurado demostraba la emoción de la noche y el vibrar de las más de 27 millones de almas que espectaban este inusual espectáculo .No se trataba de una noche cualquiera, se trataba de la noche definitiva, en que los golpes de nuestra compatriota denominada Dinamita, paralizarían el Coliseo Dibós y definiría así a la ganadora mundial.

El ambiente se convertía con el correr de las manijas del reloj, en una necesidad intrínsica y desesperante, una necesidad que tarde o temprano se convertiría en la más grande algarabía o en la más profunda tristeza.

Hasta que por fin, tras el sonido de la primera campanada que daba por aperturada la lucha entre estas dos grandes del box, comenzaría la lluvia de golpes, derechazos, izquierdazos, zarpazos, puñetes y sangre que quedaba derramada en el ring. Por un lado nuestra compatriota Kina Malpartida y por el otro extremo la brasileña Halana Dos Santos.
Sin embargo no pasaría mucho tiempo para que sus puños de acero declararen ganadora a nuestra compatriota , contra la joven y audaz luchadora brasileña denominada La Leoparda.
¿Quién imaginaria que necesitaríamos de la DINAMITA para ser ganadores? Suena extraño y algo explosivo pero no lo es, el seudónimo de nuestra tenaz luchadora hace gala de su fuerza indestructible y sus ganas de romper los parámetros que desde hace mucho nos encadenan y hacen lento nuestro progreso.Tras tanta tragedia que invade nuestro territorio, una sonrisa amarga se dibuja en mi rostro, tal vez las circunstancias del tiempo hacen que la victoria mundial de nuestra soberana Kina Malpartida, se vuelva en un descanso ante tantos conflictos que vienen dándose en nuestro país

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