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martes, 7 de julio de 2009

CRONICA SOBRE BAGUA

Tras días enteros de espera, y noches de insomnio frio, emprendí el camino a la realidad, a renacer y disfrutar la vida nuevamente. Era un 23 de marzo del 2006, lo recuerdo por el cumpleaños de mi hermano, el reloj apuntaba las 9 de la mañana, cuando vi a mi madre al filo de mi regazo, lloraba imparable mi ausencia. Con el correr de los días, trataba de despertar, sin embargo, fue sino hasta el 1ero de abril , que abrí los ojos para gritarle que estaba despierta y quería abrazarla, pero mi voz era muda, gritaba y no me escuchaba, parecía que el tiempo se hubiera detenido , y con él mi alma en el camino.

Con el paso de los días, mi súbita recuperación se hiso presente, y fue el 10 de abril de ese mismo año, cuando por fin el mundo se dio cuenta que había resucitado. Todo era extraño, no recordaba nada, salvo los momentos que me acompañaron en la soledad, de aquel cuarto oscuro y frío que sé jamás me dejará. Llegó el fin de mes y ya podía caminar, estaba segura que podía hacer una vida normal.

Ya han pasado 3 años desde aquella triste historia, y me atrevo a compararla con la tragedia que pasan los pobladores de Bagua, quienes se presentan mudos al mundo, ya que no tienen las posibilidades de comunicarse con los demás, que no tienen la culpa de surgir de una cultura arraigada socialmente, y que por su misma ignorancia son manejados al gusto de aquellos que quieren crear conflictos en nuestro territorio peruano.

Tal vez mi osadía sobrepasa los límites de lo permitido, al comparar mi experiencia con lo que pasan los pobladores de Bagua, quienes viven en constante violencia y muerte, sin embargo lo cierto es que ‘Aún el necio cuando calla, es contado por sabio’.

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